Aportan, mal que nos pese y por muy negativo concepto del trabajo que tengamos en nuestra cultura, un estímulo al que hay que dedicarle muchos recursos de atención y que ocupa la mayor parte de nuestro tiempo despiertos y buena parte de nuestra semana.
Mientras estamos trabajando, por poco que nos guste, cada pieza está en su lugar, el engranaje de la rutina hace que todo funcione mejor y eso nos da seguridad.Sabemos qué viene después, qué haremos mañana… pero las vacaciones traen consigo un parón que no todos saben encajar. No es comparable a lo que sucede en un fin de semana o un puente porque unos cuantos días de vacaciones se emplean fácilmente a nada que uno ponga un poquito de empeño. Pero pensar en varias semanas por delante, para muchos, es otro cantar, porque les obliga a ponerse de frente ante muchos de sus fantasmas.
En época de vacaciones, el ánimo de muchos se viene abajo.Muchos lo relacionan directamente con la depresión, aunque ésta es una entidad con mucha más envergadura y el uso del término no es, en la mayoría de los casos, el más apropiado. Para que haya una depresión, tienen que pasar, a la vez y durante el suficiente tiempo, muchas más cosas. Pero sí es cierto que la depresión y cualquier bajada de ánimo tienen en común que algunos de sus remedios les son comunes. En algunos de ellos nos detendremos en estas líneas, aunque antes hay algún asunto en el que hemos de profundizar.
Ya en el artículo anterior considerábamos la curiosidad que supone que la depresión, al igual que la ansiedad o el estrés, sean males propios de nuestro tiempo y de nuestros países occidentales. Pero esto, más allá de lo anecdótico, ha de llevarnos a una seria reflexión. Cuando alguien está triste cometemos un grave error, y es buscar las causas fuera, en sus circunstancias o en lo que alguien ha podido hacerle, en vez de ubicarlas en lo que suele ser, en la mayor parte de los casos, el origen principal: la interpretación que uno mismo hace de sus circunstancias¿Cómo es posible que una madre en India, que tiene ocho hijos a los que no sabe con qué alimentará en el día presente, no esté deprimida y que una persona como nosotros en nuestro entorno, que vive en un contexto de opulencia y sobreabundancia y al que, aparentemente, todo le va bien, sufra en su estado de ánimo? A esto nos referimos con la cuestión interpretativa: al margen de la realidad comprobable, el estado de ánimo se debe, principalmente, a la lectura que de nuestro entorno hacemos, para bien y para mal.
Las vacaciones nos obligan a detenernos, dejar de centrar nuestra atención en el ir y venir de cada día y considerar nuestro estado real, sin tapujos ni cosméticos que lo maquillen.Nos pone frente a nuestra existencia, nuestra familia, nuestros amigos, nuestro proyecto de vida… pero principalmente ante nosotros mismos, considerando si somos aquello que queríamos llegar a ser.
En muchas ocasiones la respuesta nos lleva a desanimarnos. El hombre vive constantemente en un cuento de la lechera, haciendo planes, afanándose y ocupándose de todo aquello que no es urgente ni importante, para darse luego cuenta de que ha perdido un tiempo precioso que no recuperará. Dedicamos infinitos recursos a hacernos tesoros en esta tierra, a pensar en lo que nos deparará el mañana en vez de ver la grandeza de lo que el Señor nos otorga en el día de hoy.Nos sigue entristeciendo ver cómo a otros les va bien, no saber lo que nos deparará el futuro y tantas otras cosas que nos roban el gozo al que somos llamados en una vida de abundancia como la que nos corresponde al ser hijos del Rey. Perdemos de vista a menudo quiénes somos y lo sustituimos por lo que tenemos. De ahí que la frustración y la tristeza sean constantes.
A continuación proponemos algunos de los remedios naturales más eficaces para la depresión, que creemos nos ayudarán a enfocarnos en este tiempo de vacaciones:
· Sé agradecido con todo, tanto lo que tienes en forma material, como lo que te pasa. Todo ello te hace quien eres y el Señor te moldea con ello.
· Disfruta de las cosas pequeñas. También son dones que el Señor nos da con los que colma nuestro gozo. La felicidad es un gran conjunto de momentos pequeños pero, sobre todo, es un tránsito, un trayecto y no sólo un destino que se muestra lejano e inalcanzable.
· Mira a los demás para suplirles en sus necesidades y no para envidiarles. Cuanto más tiempo empleamos en ayudar o cubrir a otros, menos tiempo de más usamos para mirar nuestro ombligo y divagar en cosas que, a menudo, carecen de verdadera importancia.
· Dedica ratos a descansar y al ocio, ya que el Señor ha establecido un tiempo para todo. Cuida tu cuerpo, que es templo del Espíritu y dale el lugar que le corresponde, no cayendo en el exceso, pero tampoco en el defecto.
· Ante los problemas, descansa en Él, deja que lleve tu carga para que tu peso sea más liviano.
· Acércate a los tuyos, disfrútalos, conócelos y, por encima de todo, ámalos. Nada trae al corazón más desaliento que la raíz de amargura o el enojo sobre el que se pone el sol.
· No te aísles. Aunque creas a los demás la fuente de todos tus problemas, son también los instrumentos que el Señor usa para tu alivio y son a la vez, si lo piensas, la mayor razón de tus satisfacciones.
Mírate a ti mismo con el amor que el Señor te tiene, al entorno y los que lo componen como a las criaturas por las que Cristo Jesús murió y al futuro con los ojos de la fe y la esperanza de que todas las cosas son hechas nuevas en Él.
Estos remedios naturales son, en definitiva, remedios divinos con los que como creyentes contamos para enfocarnos en lo que realmente importa, en lo que mueve el universo mucho más allá de las intrascendencias que ocupan nuestra mente cada día. Sirva el descanso y el tiempo que tenemos por delante ahora para centrarnos en aquello que realmente importa y nos llena de un gozo sin igual.
Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Hebreos 12:1-3
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